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historia de la mecanografia

El término mecanografía viene de las palabras mecano (Mecánico - Máquina) y grafía (Graphos) (Escritura/Dibujo), y es el proceso de introducir texto en un dispositivo por medio de un teclado como los que poseen las máquinas de escribir, los ordenadores o las calculadoras. El término se acuñó cuando se empezaron a utilizar las primeras máquinas de escribir mecánicas. Con el avance de la tecnología se han desarrollado otros métodos para realizar dicha tarea al mismo tiempo que se facilita su labor; algunos de estos mecanismos son los punteros, ratones o reconocimiento de voz.

En la actualidad se utiliza el término mecanógrafo para denominar a la persona con conocimientos de mecanografía, es decir, que es capaz de introducir texto con soltura (a alta velocidad sin necesidad de mirar el teclado).

 

Con la evolución se aplicó electricidad a las máquinas con lo que se ganó en velocidad y automatismo. En la época actual la mecanografía hace referencia a la introducción de texto en un computador, tarea que resulta mucho más fácil si se utiliza un programa de texto con corrector ortográfico y detector de palabras.
La primera patente por un aparato que escribía caracteres automáticamente fue otorgada en el año 1714 por la reina Ana de Gran Bretaña al inventor Henry Mill. Posteriormente, en 1855 el italiano Giuseppe Ravizza inventó un aparato que se puede considerar el verdadero precursor de la máquina de escribir. Sin embargo, su construcción era artesanal por lo que casi no tuvo repercusión en su época.

Las primeras máquinas de escribir fabricadas en serie fueron inventadas por el norteamericano Christopher Lathan Sholes y comercializadas por la compañía Remington en 1873. Estos rudimentarios aparatos se montaban sobre una mesa de máquina de coser accionada a pedal. A pesar de su enorme tamaño y de la incomodidad que representaba su manejo, las máquinas de la Remington tuvieron una aceptable difusión entre la población. Debido a la lentitud de su mecánica, no era infrecuente que las teclas se atascaran, por lo que para desincentivar la velocidad en el tecleo se colocaron las teclas más habituales en los lugares más incómodos. Así, en el teclado, que ha perdurado hasta hoy en día, encontramos que letras tan comunes como la ’a’ ó la ’p hay que pulsarlas con el meñique.

Con la llegada del ordenador personal, la máquina de escribir ha caído en desuso, si bien el método de escritura es similar al de ésta. Al igual que la máquina, la computadora cuenta con un teclado que permite que vayan apareciendo letras y símbolos sobre la pantalla.

2 comentarios

Anónimo -

Ya lo hize

Mayito -

No se